Publicado en LegalToday, 31 de marzo de 2016.
El impacto que las redes sociales tienen en la sociedad no escapa a nadie, así como la forma en que han incidido en cómo nos comunicamos y conectamos con el entorno. Su utilización, sin duda, aporta un valor añadido y ayuda a eliminar barreras geográficas, permitiendo al usuario recuperar contactos o participar del día a día de familiares o amigos que se encuentran lejos, además de facilitar los contactos profesionales. Todos estos beneficios tienen que partir necesariamente de un correcto uso, basado en la información previa a su utilización.
De un primer análisis aparecen cuestiones que debemos valorar:
- Compartir un estado o una situación geográfica puede aportar información excesiva a terceros para fines no lícitos.
- Cuando subimos fotografías corremos el riesgo de que otros las descarguen o las compartan, a través de la propia red o de otras aplicaciones o correo electrónico, perdiendo el rastro de las mismas, lo que evitaría saber quién la ha podido ver o guardar.
- Interactuar con determinados perfiles no garantiza conocer quién es la persona que lo gestiona realmente, podemos encontrarnos con perfiles falsos, suplantaciones de identidad, que buscan obtener información de nosotros, basándose en un engaño.
- Lo que compartimos hoy puede conllevar un riesgo mañana, determinada información que compartimos y que no constituye un problema hoy,puede quedar indexada y recuperarse en un futuro, algo que, sin duda, puede afectar a nuestras relaciones personales o un proceso de selección, entre otros aspectos.
- Antes de compartir una información debemos valorar el público que va a acceder a la misma y el posible impacto que puede tener en quien la lee o las repercusiones que puede tener.
- Aunque mantengamos conversaciones en privado, debemos tener en cuenta que la otra persona puede copiarlas y difundirlas, algo que, por ejemplo, fuera de contexto puede variar radicalmente el sentido de aquello que quedó escrito.
- Compartir contraseñas e identificadores o usar palabras que sean fácilmente obtenibles, puede conllevar el robo de la propia cuenta o accesos no autorizados.
- Cuando compartimos información o instalamos aplicaciones corremos el riesgo de que nuestros datos e imágenes puedan ser tratadas o compartidas, debemos revisar aquello que instalamos para evitar desagradables sorpresas.
- Mediante las opciones de etiquetado, en casi todas las redes sociales, un tercero puede vincular un determinado comentario o imagen a nuestro perfil, si bien recibiremos una alerta en este sentido (dependiendo de la configuración que hayamos realizado), puede terminar vinculándose nuestro nombre a una determinada publicación que no tendremos por qué compartir necesariamente.
- Dependiendo de las personas que tengamos agregadas, los contactos profesionales podrán visualizar información personal y viceversa, dependiendo de la configuración de nuestro perfil, una cuestión que puede incidir en nuestras relaciones laborales y objetivos profesionales.
Para evitar estas y otras situaciones debemos adoptar medidas de precaución y revisar las propias políticas de privacidad de las redes que utilizamos para poder configurar nuestros perfiles conforme al uso que queremos darles o el público al que vamos a dirigirlo. De la información que publicamos, nuestros comentarios y fotografías, pueden deducirse muchos datos que permiten elaborar un perfil completo de una persona. Por ejemplo de sus opiniones podríamos a llegar a conocer su ideología, creencias, su afinidad a un determinado equipo de fútbol o incluso sus ingresos, todo ellos sin necesidad de haber manifestado su adscripción a un partido político o la profesión de unas creencias determinadas.
La red no olvida, salvo que hayamos eliminado el resultado y desindexado la información, aquello que publicamos hoy puede continuar accesible, incluso cuando ya no estemos, una realidad que afecta a nuestra intimidad personal y familiar, y nuestra propia imagen.
Recuerda la red puede ser el ojo que todo lo ve, tiene memoria y a través de ella terceras personas y empresas pueden conocer mucha información sobre nosotros. La gestión de nuestra privacidad es una tarea de todos, y sin duda, comienza por uno mismo. Una buena gestión de nuestra identidad digital puede favorecer nuestra experiencia de usuario, evitando riesgos y problemas, que una vez originados, pueden ser difíciles de solucionar.