2019: el año de la innovación legal

Artículo publicado en Proa Comunicación, 8 de enero de 2019.

Sin duda, este será uno de los grandes retos, que, durante el 2019, juristas, empresas y administraciones, deberán afrontar, junto con otros que, desde nuestro entender, enumeramos.

(i) Tras el 25 de mayo la vida continua.

Ya lo anticipábamos en el inicio de este artículo, quizás el gran reto no era llegar al 25 de mayo, sino implementar un sistema de cumplimiento que fuese sostenible. Más allá de registros de tratamientos y análisis de riesgos, la realidad es que los mismos deben permanecer actualizado, y ello conlleva un mayor conocimiento introspectivo por parte de las entidades, no sólo del que hacemos hoy, sino del que queremos hacer o dónde estaremos en un futuro. Los datos que hoy recopilamos, serán la base de la economía digital, del éxito del modelo de negocio y de la apertura a nuevas ideas y mercados. Los riesgos, también irán cambiando, algo que ya vemos cada día en el ámbito de la seguridad de la información, pero que también deben contemplar cuestiones jurídicas y organizativas. Es, sin duda, en este aspecto, donde debe avanzarse en el concepto de innovación jurídica, buscando soluciones antes de que se produzcan los problemas, cambiando la forma en la que los abogados somos entendidos, debiendo aportar valor a las entidades, haciendo del cumplimiento virtud y, por tanto, un crecimiento empresarial.

La conciliación con las diferentes normativas, atendiendo a las ramas de actividad, y a los diferentes modelos de negocio, en un momento, en que, si existe una certeza, es que la sociedad demanda servicios globales, en la era de la economía digital, las fronteras han dado paso al entendimiento entre normativas y, a la necesaria, conciliación para el cumplimiento de las diferentes obligaciones legales, atendiendo a los servicios y el dónde son prestados.

Otro aspecto clave, será el desarrollo de la figura del Data Protection Officer, más teniendo en cuenta la cantidad de sujetos obligados, su papel e intervención en las empresas y administraciones y el enfocado a la generación de valor, desde el respeto a la intimidad y derechos de las personas.

Quizás, bajo ese prisma, el 25 no de mayo no era un Armagedón, en que el mundo iba a terminar en protección de datos, sino el inicio de una nueva era, aquella que todos esperábamos y veíamos necesaria, una nueva normativa para una nueva economía. Es en esta nueva era, donde los sistemas de control, de evaluación de contingencias, de proactividad y responsabilidad se hacen necesarios, manteniendo y mejorando lo implementado, en un proceso de crecimiento y actualización continua.

(ii) Nuevos derechos, nuevos retos.

La Ley Orgánica 3/2018 introducía, en su redacción final, una nueva categoría de derechos, los digitales, y la necesidad de establecer garantías suficientes para su protección. La propia sociedad ha evolucionado, pasando de hablar de diferentes realidades a una única realidad, 360º, que incluye la física y la digital. Aspectos que impulsaron al legislador a incluir mecanismos para la protección de esta realidad.

Estas garantías, su implementación y conciliación, constituyen otro de los grandes retos a los que nos enfrentaremos en los meses venideros. Conceptos como la desconexión digital en el ámbito laboral, el derecho a la intimidad frente al uso de dispositivos de videovigilancia y de grabación de sonidos en el lugar de trabajo el derecho a la intimidad ante la utilización de sistemas de geolocalización en el ámbito laboral o los derechos digitales en la negociación colectiva, introducen la necesaria actualización de los sistemas organizativos en las entidades, haciendo necesario hablar de un derecho laboral digital. La elaboración de planes de compliance laboral, la ponderación y respeto de los derechos de los trabajadores, las contraprestaciones y un nuevo concepto de relación con el empleado, hacen necesaria una revisión de las reglas de juego, desde esa óptica de futuro, en que, no sólo sean tenidos en cuenta los requisitos del hoy, sino los del mañana, y la conciliación de los mismos con nuevas formas de entender la relación laboral, como la telepresencia, en una era, en que hablamos en algunos países nórdicos de aspectos, casi sacados de una película de ciencia ficción, como la implantación de microchips a los empleados, eso sí, para el disfrute de determinados beneficios sociales.

(iii) De mineros, nodos y oráculos a los nuevos sistemas empresariales.

En los últimos tiempos no hemos dejado de leer sobre el Blockchain y como está nueva tecnología iba a revolucionar la forma en que trabajamos y nos relacionamos con empresas o administraciones, aportando una mayor seguridad en dichas transacciones. Algo que ya es una realidad y que está teniendo impacto en cuestiones como: (a) transacciones y sistemas de pago, (b) cadenas de suministros, (c) registros de documentos, (d) Smart Contracts y aplicaciones descentralizadas (conocidas como Dapps) y, como no, (e) las criptomonedas.

Este final de año hemos conocido que Angulas de Aguinaga se unía a la plataforma IBM Food Trust, basada en tecnología Blockchain, para controlar su proceso de distribución, desde la producción hasta su llegada al punto de venta y, como Carrefour hacia lo propio con su pollo campero, criado sin tratamientos antibióticos, pudiendo los clientes conocer, mediante el escaneo de un código QR, la trazabilidad y formula seguida para su elaboración y distribución. Ambos casos, son solo dos ejemplos de como estas tecnologías impactarán en sectores como el propio de la alimentación, los seguros, la banca o la sanidad, entre otros.

En el horizonte, cuestiones como el impacto en el ámbito de la privacidad, la identidad digital o el propio tratamiento de datos personales, entre otros aspectos.

Las mismas criptomonedas han sufrido un cambio en estos meses, pasando de ser utilizadas por un pequeño sector, a qué ya hablemos de como se regulará fiscalmente y como impactará en el pago de impuestos por los ciudadanos. Junto con estos aspectos, otros se lanzan como aspectos a considerar, tales como los mercados de compra y venta de monedas virtuales, su impacto en la normativa de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, o el entendimiento del dinero electrónico como medio de pago.

(iv) La era de los robots y tecnologías conectadas.

Cuando hace unos años nos referíamos a estas cuestiones, a todos nos venían a la mente series como el coche fantástico o míticas sagas cinematográficas como la Guerra de las Galaxias, pero hoy estos conceptos ya son una realidad. Internet of Things, el impacto en los objetos conectados y la interacción entre los mismos, han conllevado fuertes inversiones en los últimos meses, desde el convencimiento de que ya son una realidad y que, en los próximos meses, deberán abrir el debate jurídico sobre aspectos tales como la responsabilidad, el tratamiento de la información, o el impacto en los diferentes sectores (entre otros la distribución, el transporte, o la forma en que nos relacionamos con las empresas), haciendo tangible la expresión, el futuro es hoy.

Cuestiones que impactarán, también en otros sectores, como el mundo de la moda, donde habrá que avanzar en cuestiones como la utilización de etiquetas de RFID, beacons y técnicas de geofending, la tecnología 3D aplicada al sector de la moda (espejos inteligentes e influencers virtuales, entre otros), o los tejidos inteligentes, wearables y eyeables, y su especial trascendencia en ámbitos como la salud (e.g. prevención del cáncer de piel).   

(v) Otros retos legales en el horizonte.

Otras tecnologías que hacen que plantean retos en los próximos meses son, entre otras, la implementación de inteligencia artificial en aspectos tales como, la utilización de chatbots por las empresas, y concretamente en sectores tales como el sanitario o el propio jurídico, que llevan la experiencia del usuario a otra dimensión. El análisis de los datos masivos, o tecnologías big data, que marcan un antes y un después en el desarrollo de nuevos modelos de negocio, servicios, o conocimiento de los propios usuarios finales, haciendo que conceptos como las cookies queden como parte del pasado, y poniendo de realce la necesidad de adecuar tratamientos y relaciones como con los publishers en el caso de la gestión publicitaria y de medios.

Los nuevos modelos de negocio, y la necesaria conciliación con los modelos tradicionales, conceptos que ya se encuentran incorporados en el lenguaje común, como “uberización”, plantean retos en diferentes áreas del derecho, y la necesidad de adaptar los servicios a los nuevos requerimientos, necesidades y demandas de la sociedad.

Finalmente, el sector legal deberá seguir avanzando en cuestiones como el emprendimiento digital, más teniendo en cuenta el Anteproyecto de Ley de fomento del ecosistema de Startups, actualmente en fase de consulta pública; el impacto de las nuevas tecnologías en el sector financiero; el avance de la realidad virtual e impresión en 3D con sus respectivas implicaciones legales; los retos jurídicos en relación con los conceptos de multicanalidad, omnicanalidad y gestión de la comunicación global; o los eSports y su impacto en aspectos como patrocinios, gestión deportiva, implicaciones en materia de propiedad intelectual, laboral, fiscal y administrativo y, su interrelación con otros modelos de negocio como el gaming y gambling.

(v) El mañana es hoy.

Sin lugar a dudas, 2019 viene cargado de retos desde el punto de vista jurídico, donde el propio sector de la abogacía debe seguir avanzando en el conocimiento de las tecnologías, modelos de negocio y cambios normativos que se avecinan, evolucionando la misma forma de entender el derecho, no sólo como un área de práctica concreta, sino desde una visión global y multidisciplinar, con la necesidad de avanzar en el conocimiento y entendimiento de estas necesidades que demanda el mercado y de poner en alza, junto con la innovación tecnológica o empresarial, la propia innovación jurídica.

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